De la guitarra de la 423


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30 marzo 2010

Los cuentos de hadas no son realidad.

Zoe llegó con la luna nueva, una noche tranquila, despertando con su voz infantil al recepcionista. Quería una habitación con vistas, grande y luminosa, con un amplio ventanal. Nada más tener las llaves, sonrió al empleado y se fue, dejándole las maletas delante, con una expresión de alegría encerrada bajo llave.
Ella era pequeñita y de andares elásticos y contoneantes, con una melena rubia ondulada, tan dorada que casi pensabas que era teñida, pues la primera vez que la veías, parecían delgados hilos de oro, suaves y largos. Tenía unos ojos verdes, que al mirarte parecían despertar de un sueño. Zoe vestía ropas blancas holgadas, siempre vestidos vaporosos, y podías creer que era un hada, un hada a la que le habían cortado las alas.
Ella no hablaba del tema, de porque era así, apenas contestaba:
- Me encantaban los cuentos de hadas, el pensar que había un príncipe con el que comer perdices, con el que empezar nuestra historia con un: "Érase una vez"...
Te enternecía ver a alguien tan frágil, alguien tan pequeño, que hubiera podido pasar por una niña pequeña muy alta, aunque cuando la veías de espalda, esa ternura se transformaba en horror, en miedo, pues su figura blanca y brillante parecía haber sido tan pura como la nieve virgen, y ahora apenas era un rastro de la felicidad espumosa que antes había sido, ahora era una especie de sombra blanco sucio, como una flor blanca que has arrancado y tirado, antes de pensar si quiera en lo que haces.
Zoe te sonreía cuando lo notaba, pero era una sonrisa triste que no encajaba del todo con el resto de sus rasgos infantiles, que pegaban con rosa chicle y disfraces de princesa, no con su rostro demacrado de ahora, que aunque extraño le daba una elegancia consumida que antes no había tenido.
Se echó a dormir en su cuarto, con la luz encendida, con un pijama blanco y el pelo suelto, apenas llegar a su cuarto.
Zoe soñaba, con una sonrisa nerviosa en sus rasgos dormidos, soñaba un príncipe que llegaba y se iba, con un "Érase una vez" que se transformaba en un "Fin" antes incluso de haber empezado

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